Cuando
una boa constrictor atrapa a su presa, la rodea con su cuerpo y
oprime con todas sus fuerzas hasta causarle la muerte. Este abrazo letal es la
obra de un experimentado ejecutor, capaz de medir los latidos del corazón de su víctima como un lutier las
cuerdas de un violín, según han descubierto un grupo de científicos
norteamericanos. En una operación de altísima precisión, el depredador percibe
cada señal vital de su pobre mártir y
sabe exactamente cuánto tiempo debe permanecer apretando hasta
convertirlo en su próxima cena.
«La
constricción es una actividad energéticamente costosa y potencialmente
peligrosa», explican los investigadores del Dickinson College
en la Universidad Estatal de Pensilvania. «Por ese motivo, resulta
muy beneficioso para las serpientes saber con exactitud cuándo la presa se
encuentra incapacitada y ya no es capaz de revolverse o escapar». Las boas
tienen la habilidad innata de variar el tiempo y el esfuerzo de sus apretones
según sus necesidades, pero la investigación, publicada en Biology Letters, indica que incluso pueden
aprender a hacerlo mejor.
En
la naturaleza, una boa tiende a constreñir una rata durante
unos 20 minutos antes de zampársela. En su experimento, los
investigadores introdujeron falsos corazones latentes en ratas
muertas que aún estaban calientes y, una vez que las boas atrapaban a sus
víctimas, provocaban cambios en los corazones de mentira de forma remota: hacían
que dejara de latir después de diez minutos o lo mantenían en marcha todo el
tiempo.
Las silvestres aprietan más fuerte
Cuando
el corazón seguía funcionando, la boa mantenía la presión -controlada por
sensores- incluso después de los 20 minutos habituales, ajustando los músculos
de su cuerpo periódicamente antes de darse por vencida. Cuando la presa no
emitía latidos, la serpiente reducía sus esfuerzos a la mitad y dejaba de
apretar después de diez minutos. Si, en cambio, el corazón latía diez minutos
exactos, la boa constreñía durante un poco más de tiempo.
«Nuestro
estudio es el primero en demostrar que las serpientes utilizan el latido del
corazón de su presa como una señal para modular el esfuerzo de
constricción y para decidir cuándo soltarla», explican los
investigadores. Incluso las serpientes que nunca habían comido presas vivas
reaccionaron de igual forma en los experimentos de los latidos, pero las
silvestres apretaron más fuerte y durante más tiempo. «La capacidad de responder
a un latido del corazón es algo innato, mientras que la magnitud de la respuesta
está guiada por la experiencia», dicen.
Los
investigadores creen que las serpientes pueden haber desarrollado esta habilidad
para sentir el corazón de sus presas como una manera de lidiar con los lagartos,
que pueden sobrevivir durante horas después de haber sido
aplastados. Además, las serpientes pudieron desarrollar una sensibilidad
extrema en su piel como una forma de percibir el medioambiente cuando perdieron sus patas.
Fuente:ABC.
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