El racismo y la xenofobia crecen con el ajuste en Europa
Según la Comisión Europea, los recortes en las políticas sociales, sumados al desempleo, alientan la intolerancia y la violencia contra inmigrantes y minorías étnicas. El fenómeno, además, ayuda al auge electoral de la extrema derecha.
Europa nunca fue un paraíso para los inmigrantes y las minorías étnicas. Son necesarios para el mercado laboral y para rejuvenecer a unas poblaciones con unas tasas de natalidad ridículas que sin inmigración estarían, como pasa en Rusia, perdiendo población.
Se les toleraba y una gran parte de la ciudadanía europea los veía como una molestia necesaria. Pero la crisis económica y la respuesta que los gobiernos europeos le están dando a través de una durísima política de ajustes está cambiando la percepción.
Según un informe de la Comisión Europea contra el Racismo y la Xenofobia –un departamento del Consejo de Europa, independiente de las instituciones de la Unión Europea (UE)– los ajustes están ayudando a alimentar el racismo y la intolerancia .
El informe anual de este organismo, presentado ayer, asegura que los recortes en políticas sociales, educativas y de salud, sumados al aumento continuo del desempleo, son los principales factores que explican el auge de la intolerancia, el racismo y la violencia contra los inmigrantes y las minorías étnicas.
El voto a partidos de ultraderecha es consecuencia de este aumento de la intolerancia, como ocurre en Grecia, donde los sondeos dan, para las legislativas de este domingo, un porcentaje de votos suficiente para que entre en el Parlamento un partido abiertamente neonazi.
Se llama Amanecer Dorado, aboga por expulsar a todos los extranjeros y minar las fronteras y asegura que los griegos son la raza superior .
Parte de ese voto nuevo que reciben populistas y ultraderechistas son antiguos votantes de izquierda, clase obrera, desencantados con los partidos tradicionales y que ven a los inmigrantes como competidores por empleos y servicios públicos cada vez más escasos .
El informe asegura que “la inmigración se equipara con inseguridad y los inmigrantes irregulares, los solicitantes de asilo y los refugiados con ladrones de empleos o abusadores de los servicios públicos”. Además, aumentan los discursos que dicen que “los musulmanes no son capaces de integrarse en las sociedades occidentales”, añade el texto.
El Consejo de Europa también señala con el dedo a los gobiernos europeos tentados de usar a los inmigrantes como cabezas de turco ante una situación económica calamitosa y el enfado de la población por los recortes en servicios sociales. Así, asegura que los discursos sobre la reintroducción de los controles fronterizos dentro de la UE –el candidato francés Nicolas Sarkozy lleva semanas pidiéndolos– están empezando a dar a los partidos ultraderechistas y xenófobos una imagen respetable. “Los líderes políticos deben, a cualquier precio, resistirse a expandir los prejuicios y los miedos sobre la pérdida de los valores europeos, el terrorismo y la criminalidad ordinaria”, dice el informe.
Es una llamada, sin citarlos, particularmente dirigida a los gobiernos alemán y sobre todo francés. Sus ministros de Interior firmaron hace dos semanas una carta en la que pedían a la Presidencia danesa de la UE el endurecimiento de las normas que rigen la libre circulación en el continente.
Dinamarca, en principio, se negó a plantear el debate, pero el ministro francés de Interior, Claude Guéant, sacó el tema en la última reunión de ministros de Interior de la UE. Algunos homólogos, como la ministra belga Joëlle Milquet, dijeron sentirse “instrumentalizados” para hacerle la campaña electoral a Sarkozy.
El presidente francés repite en los últimos días, para intentar pescar en el caldero electoral de la ultraderecha, que en Francia hay “demasiados inmigrantes”, aunque el porcentaje de población inmigrante en Francia es menor que en Alemania, Reino Unido, España o Italia.
El informe recuerda que 7 países de la UE ratificaron el Protocolo 12 de la Convención Europea de Derechos Humanos, que prohíbe cualquier tipo de discriminación. Son Chipre, Holanda, Rumanía, Eslovenia, España, Luxemburgo y Finlandia. El resto, entre ellos Reino Unido, Alemania, Italia y Francia, no lo han hecho .
Fuente:Clarín
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