Comida y fármacos: Combinaciones eficaces
Como norma general, los expertos en nutrición recomiendan mantener dietas variadas, con alimentos numerosos y diferentes, preferentemente de temporada, crudos o cocinados, pero esto no siempre es posible y a veces resulta contraproducente. Hay familias en las que algún miembro debe seguir dietas especialmente adaptadas, durante periodos más o menos largos y que implican ingestas de alimentos concretos que favorezcan la asimilación de determinadas sustancias o, por el contrario, no tomar determinados nutrientes que potencien o compitan con dichos productos. Vamos a comentar una serie de alimentos comunes y frecuentes que en determinadas circunstancias deben consumirse bajo control, en el tiempo o en el «acompañamiento» con otros.
Verduras de hoja verde como espinacas, acelgas, lechuga, coles, repollo o brécol, muy ricas en vitamina K, coagulante natural que junto con otros factores que sintetiza el organismo evita la pérdida de sangre cuando nos hacemos una herida. Para personas que están en tratamiento con anticoagulantes y necesitan mantener la sangre más fluida para evitar la formación de coágulos o trombos, no deben tomar estas verduras ya que su efecto sería contrario al deseado y dificultaría adoptar una dosis óptima del medicamento.
Otro componente de la dieta, la fibra, debe ingerirse en determinadas condiciones y en cantidades adecuadas. El salvado de avena, fibra de arrastre y, en general, los cereales integrales, reducen sensiblemente la absorción de hierro. Este mineral de gran importancia para el organismo, frecuentemente presenta deficiencias en la población. Su absorción, en el mejor de los casos el 10 por ciento de la cantidad ingerida, no solo depende de los individuos, también depende de la forma química en que se encuentre en los alimentos.
También los oxalatos, fitatos, fosfatos, carbonatos, taninos, polifenoles, albúmina y calcio, dificultan la absorción del hierro. Estos compuestos están presentes en el te, café, cacao, vino, proteína y leche de soja y pueden llegar a inhibir entre el 40 al 80 por ciento del hierro ingerido. Por otro lado, los ácidos cítrico y ascórbico facilitan la absorción de hierro asimilable, presentes en los frutos cítricos como la naranja y el limón.
Incompatibles
Alimentos como los lácteos y derivados ricos en calcio, también pueden presentar incompatibilidades. El calcio es un mineral muy abundante en nuestro organismo y que mantiene relación con el fósforo y el magnesio. Además, la relación calcio-fósforo debe estar equilibrada ya que ambos elementos son importantes para mantener en buen estado el esqueleto óseo. Hay estudios que indican cómo el descenso de lácteos en la población juvenil, está acompañada de un aumento en la ingesta de zumos industriales, con contenido en fosfatos apreciable que puede romper el balance calcio/ fósforo, alterando el depósito de calcio en los huesos. La absorción del calcio en el intestino delgado está mediada por los niveles de vitamina D en el organismo.
Alimentos como frutos secos, legumbres, cereales, lácteos y pescados son ricos en calcio. Los oxalatos, presentes en los vegetales de hoja verde, pepinos, tomates y fresa entre otros, interfieren en la asimilación de este mineral. Sin embargo, el calcio puede bloquear el paso de hierro a las células del intestino delgado, modificando su asimilación, situación que se puede contrarrestar si se ingiere el calcio junto con zumo de naranja.
La mejor de las alternativas para que las posibles inhibiciones sea mínima, es conocer muy bien las interacciones que se pueden producir entre medicamentos o suplementos y alimentos de la dieta. En algunos casos será suficiente espaciar un tiempo de al menos dos horas entre la toma de algún medicamento o complemento y determinados alimentos, es decir, no haciéndolos coincidir en la misma comida. En otras situaciones, no se deberán tomar los alimentos que potencien o inhiban la acción de los medicamentos.
Fuente:ABC.es