Leonardo Favio
Uno de los más grandes cineastas de la Argentina se fue este mediodía.
Leonardo Favio, aquejado desde hacía años por graves problemas de salud,
murió hoy a los 74 años. Estaba internado desde hacía varios
días y falleció acompañado por familiares y amigos.
Sus restos serán velados desde las 20 en el Salón de los Pasos Perdidos del
Congreso de la Nación. El ingreso de quienes asistan a la ceremonia se realizará
por la puerta de la Avenida Rivadavia.
Cineasta por sobre todas las cosas, aunque en el imaginario popular su faceta
de cantante cobra peso, Favio había nacido en mayo de 1938 en la ciudad
mendocina de Luján de Cuyo. En su documento figuraba el nombre de Fuad Jorge
Jury.
Su padre abandonó el hogar cuando era muy chico y su madre, la escritora y
locutora Manuela Olivera, le dio ímpetu artístico. No pasó una infancia fácil,
con varias estancias en institutos de menores y un conocimiento de
primera mano de la pobreza.
Su filmografía admite varias lecturas de contraposición. Una primera etapa,
hasta mediados de los 70, no sólo de calidad sino profusa. Una segunda, en los
últimos años, con filmes más espaciados y de larga producción. También se puede
pensar en su primer cine como marcado por el intimismo y el blanco y negro
(Crónica de un niño solo, por ejemplo); y en sus siguientes
películas como una explosión de colores y vivacidad (Juan
Moreira, un clásico).
Leonardo Favio, "Quiero aprender de memoria"
También fue actor. Desde ese lugar empezó a forjar su vínculo con el cine y
estrechó la mano de su principal padrino, Leopoldo Torre Nilsson, con quien
filmó películas como La mano en la trampa, El
Secuestrador. La relación con el prolífico cineasta era, como casi todo
lo que emprendía, pasional: Graciela Borges contó alguna vez que en el rodaje
de Fin de Fiesta se agarró "a piñas" con Favio porque
le dijo que no le gustaba una película de Torre Nilsson.
Su principal hito en la pantalla grande fue Nazareno Cruz y el
lobo, un fenómeno irrepetible de taquilla que convocó a casi 3 millones
y medio de personas en los cines. Pero antes y después realizó películas
(Crónica de un niño solo, El romance del Aniceto y la
Francisca, Juan Moreira, Gatica) que
dejaron huella en posteriores generaciones de cineastas.
Como Soñar, soñar, por ejemplo, que fue estrenada poco antes
del golpe de Estado de 1976 y duró pocos días en cartel por su contenido
político. Luego llegó el exilio.
Es que su cara política tuvo alta exposición con el peronismo, pasión que
volcó en su documental Perón, sinfonía del sentimiento. Fue un
artista militante y se enojaba con lo que él mismo definía como "disfrazados de
peronistas". Su voz quedó adherida para siempre a ese preámbulo de la violencia
política en la Argentina que fue la masacre de Ezeiza. Favio era el
animador oficial de la trunca recepción a Juan Domingo Perón en junio de
1973.
Leonardo Favio, "Fuiste mia un verano"
Su nombre quedó grabado también en la música popular. Pero
con la música tenía una relación basada en el agradecimiento respetuoso.
"Me permitió vivir con dignidad", sostuvo en una entrevista. Tuvo hits
como "Ella ya me olvidó" y "O quizás simplemente le regale una rosa". Y con
"Fuiste mía un verano", con sus versos "Cada piba que pase / con un libro en la
mano / me traerá tu nombre / como en aquel verano" entró definitivamente
al cancionero argentino.
En agosto de este año, a pesar del agravamiento de su salud, tuvo una última
luz pública cuando la Cámara de Diputados le otorgó el Diploma de Honor
'Presidente Néstor Kirchner' por "su trayectoria artística y sus convicciones
intransferibles".
Sus anteriores apariciones con cierta asiduidad se habían dado durante el
proceso producción de Aniceto, de 2007, su película final y
relectura en clave de ballet cinematográfico de un clásico propio de 1966. El
filme arrasó en los premios Cóndor de Plata. Sumó nueve, incluyendo los de mejor
filme y mejor director.
Su siguiente proyecto, demorado e inconcluso, iba a llamarse "El mantel de
hule". Como una definición de sí mismo, el título partía de unas declaraciones
suyas en las que se confesaba incapaz de contar cómo se ponía una mesa
en alguna mansión de la avenida Figueroa Alcorta. Pero afirmaba que sí sabía
narrar la mesa del mantel de hule.
Fuente:Clarín.
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