CAMPANAZOS

domingo, 20 de enero de 2013

CUANDO CAEN LOS GRANDES


La caída de los grandes

Lance Armstrong



Cuando son niños, hombres y mujeres se enamoran del deporte por el gusto que les produce practicarlo, por su esencia. A los chicos, en sus primeros años, sólo les importa el juego, la diversión. Y deberían quedarse así para siempre, porque a muchos ganar se les convierte después en una obsesión. Y por ella son capaces de todo, incluso de pasar por encima de las reglas.

¿Será que los protagonistas de esta historia habrán pensado alguna vez, subidos en lo más alto del podio y abrazados a un trofeo, que millones de niños del mundo, incluyendo a sus propios hijos, los ven como ejemplos, como modelos a seguir? ¿Sabrán que son considerados héroes por personas más valientes, luchadoras, íntegras y valiosas que ellos?

Tal vez ahora sí, pero no cuando decidieron tomar el camino del dopaje, un oscuro recorrido en el que en el mejor de los casos quienes lo utilizaron y nunca fueron pillados viven con remordimiento y no pudieron disfrutar plenamente sus éxitos.

Presionados por un sistema en el que ganar es lo único que importa, decenas de deportistas, con necesidad y sin ella, han caído en la tentación de utilizar sustancias prohibidas para mejorar su rendimiento y acortar su camino hacia la gloria. Lo hacen motivados por aumentar su fama, romper récords, pasar a la historia y, sin duda, por ganar más dinero y saciar así las exigencias de sus patrocinadores.

Algunos lo han admitido, otros todavía no. Incluso el ciclista Lance Armstrong, quien durante 15 años negó rotundamente haberse dopado, terminó aceptando públicamente esta semana que uso EPO, testosterona y transfusiones para ganar el Tour de Francia entre 1999 y 2005.

Su caso, sin embargo, es uno más en una larga cadena de escándalos que han estallado en los últimos 40 años y que dejan al descubierto las deficiencias de los controles antidopaje, la permisividad de las autoridades deportivas y la complicidad de los laboratorios fabricantes de sustancias estimulantes, hasta ahora, excepto casos puntuales como Balco, siempre un paso adelante de quienes pretenden limpiar el deporte.

José Canseco


Estas polémicas también evidencian la falta de solidaridad entre los propios atletas y la indiferencia reinante en la mayoría de los gobiernos, para los que combatir la trampa en el deporte no constituye una prioridad.

De lo que no queda duda es que tarde o temprano todos los que alcanzan la gloria rompiendo las leyes terminan mal. Multados, sancionados y despojados de sus títulos. Arrepentidos, señalados y sin autoridad moral para mirar a los ojos a quienes alguna vez pagaron una boleta para verlos o compraron algún implemento o artículo pensando en emularlos.

Armstrong, Marion Jones, Ben Johnson, Tim Montgomery, José Canseco, Barry Bonds. Roger Clemens, Diego Maradona, Marco Pantani, Martina Hingis, Iván Basso, David Millar, Bjarne Riis, Dwain Chambers, Katrin Krabbe, Andre Agassi, Mark McGwire y Álex Rodríguez son apenas otros ídolos que se han derrumbado y que pertenecen ahora al salón de la infamia.

En mayor y menor medida, todos se equivocaron. Su ambición los llevó a olvidar las razones por las que se enamoraron del deporte y a tratar de ganar a toda costa.


                                         Campanazos.Peloteros y esteroides


Fuente.El Espectador

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